Prietto Viaja al Cosmos con Mariano - Pronoise Sessions
Rec. Desde su voz, Maxi Prietto le da mecha a sonidos guturales, es como un Damo Suzuki con menos de crooner y más del vuelo de un niño. Las emotivas letras (“Son cosas que guardo en la almohada antes de dormir, recuerdos para día en el que no quiera estar vivo”, “Y ahora lo que queda es el recuerdo, que sólo vive en mí. Yo sé que vos ni te acordás.”) toman carrera en los latidos de la batería de Mariano, flotan en sus coros y estallan en la incinerante estridencia de la viola de Prietto.
Rec. Desde su voz, Maxi Prietto le da mecha a sonidos guturales, es como un Damo Suzuki con menos de crooner y más del vuelo de un niño. Las emotivas letras (“Son cosas que guardo en la almohada antes de dormir, recuerdos para día en el que no quiera estar vivo”, “Y ahora lo que queda es el recuerdo, que sólo vive en mí. Yo sé que vos ni te acordás.”) toman carrera en los latidos de la batería de Mariano, flotan en sus coros y estallan en la incinerante estridencia de la viola de Prietto.
El impulso de estas Pronoise sessions hace que, como en sus shows en vivo, el dúo haga fluír cada canción en la siguiente. En el medio, ambas partes coquetean, juegan un rato. Aparece el baile primitivo y las invocaciones en idiomas inciertos hasta que el flirteo alcanza su cometido cuando nuestros oídos identifican alguna melodía o letra conocida que, no obstante, instantáneamente es sometida a la deformación de la zapada.
Las sesiones grabadas para este disco son el registro documental de dos pibes que se prenden fuego rockeando. Lejos de la parsimonia del fogón, estos dos son auténticos lanzallamas. Pero su performance no es una combustión autista, sino que es una ceremonia ardiente y de entrada libre. Prietto ruge: “¡Vamos, vamos!, ¡¡¡Vamos allá!!!” invitándonos, como supo hacer Morrison, a pasar al otro lado. Esperame, Maxi.
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