13 septiembre, 2009

Mad Max Cola

Irrefutable seña particular del Conurbano, las “gaseosas truchas” tuvieron, allá por fines de los noventa, en la “Caribe” su prócer, pionera y fundadora. Hasta tuvo promociones onda tres tapitas = un vaso. De un día para el otro, los estantes de autoservicios se volvieron murales de botellas multicromáticas plásticas que exhibían gustos infames (pomelo rosado, guaraná) y que se ocultaban detrás de etiquetas con nombres a prueba de ingenio. Estas marcas apelaban a un saber popular y colectivo: “Ráfaga”, “Fillol” (acompañada por el dibujo de un Pato) ó ”Rodrigo” son tan sólo algunas de cientas. También tenían como particularidad el ser efímeras, uno podía verlas sólo una vez y la semana siguiente serían otras nuevas las que continuarían con ese afán de paráfrasis constante. La (es vital la utilización de artículo para nombrarlas) “Córdoba” se erigió en algo así como una cabeza de ratón de esta industria y la “Goliat” llegó a ser sponsor en una tira de Adrián Suar. Con la aparición de las “marca supermercado” esta práctica se institucionalizó y hasta Coca Cola lanzó un producto de segunda línea en sabores lima y naranja: “Tai”, un asco. Sería imposible reconstruir la atribulada asociación que conectó a una de estas bebidas con Max, aquel vengador rutero encarnado por Mel Gibson. Ese mismo que encontraba en el pavimento un ring donde explotaban contiendas directas herederas de “Duel” de Steven Spielberg, que funciona como referencia explícita y es puntualmente homenajeada en la escena donde un enorme camión le cede el paso a Max. En esta película de George Miller -la primera de la trilogía- los buenos iban en cuatro ruedas y las motos oficiaban como síntesis del desequilibrio y el vandalismo. Los enfrentamientos se caracterizaban por embestidas donde los autos tenían como opción chocar de frente ó prenderse fuego y por planos de ojos desorbitados funcionando como preludio de muerte motorizada. La mala imagen (foto es otra cosa) sacada con celular que ilustra este posteo es la única evidencia que puedo presentar acerca de la fugaz existencia de la Mad Max Cola.

08 septiembre, 2009

Nunca

Y al llegar a la estación de subte, él se despidió. Titubeó un poco y saludó torpemente. "Un gusto" le dijo. Ella sonrió y dió media vuelta. Nunca habría un beso, tampoco llanto. Ni soñarían juntos.