“De entrada, debo decir que, para mí, el guión carece de importancia. En el caso de El cant dels ocells tuve que escribir un simulacro para poder presentar el proyecto a las subvenciones.”
El director catalán Albert Serra es un provocador nato. Ensaya una filosa verborragia que lo lleva a declarar, por ejemplo, que si por él fuera mataría a destornilladorazos a todos los que hacen televisión, para que sufran de veras mientras desangran. Durante una de las charlas post proyección que brindó en el último Bafici, insistió en dejar claro que en su cine detrás de las imágenes no existe nada. No busca, ni tiene intención de significación alguna y mucho menos si de empatía con el espectador se trata.
“Mi deseo es el de hacer un cine tan simple que, en su interior no exista ningún poso de humanismo. Un cine en el que los seres sean figuras, que no tengan connotaciones humanas. Los tres reyes no tienen nombre, ni poseen ninguna personalidad psicológica.”
El cine de Serra niega cualquier tipo de apelación al público, que éste se identifique con algo de lo que suede en la pantalla. En la charla posterior a El Cant dels Ocells en Buenos Aires fué tajante: “Si esta película termina por gustarle a alguien, será por motivos puros”. Propone una vuelta del cine a su elemento, a su concepción más primal; la experiencia sensitiva de asistir a la puesta en escena de imágenes en movimiento con vitalidad cinética. Repasemos: la incómoda oscuridad de la escena nocturna de Honor de caballería, los tres reyes errando en el desierto sin que sepamos si van o vienen a través de los médanos (responsabilidad del efecto de esa imagen plana, impenetrable, que niega la profundidad de campo), ó la increíble escena lograda bajo el agua con los reyes nadando.
“El principal reto de la película consistía en que el misterio estuviera en todas las imágenes, que latiera como fuerza invisible sobre lo visible. Por esto, me gusta clasificar mi película como un ejercicio de búsqueda de un lenguaje mítico. Para mí, lo mítico parte siempre de algo muy simple, tras lo cual se esconde el misterio de algo muy complejo.”
Tanto la dupla Quijote/ Sancho como los Tres Reyes son personajes universales tomados para encarnar la reformulación que Serra hace de un esquema clásico como es el del camino del héroe. A través de su trayecto estos personajes no experimentan cambio alguno, no hay vindicación ni derrota. El proceso de transformación se encuentra invertido, volcado hacia el espectador que al experimentar la sumision a esos extensos planos no vuelve a ser el mismo. Según Marcos Vieytes, Serra “procura deliberadamente la irritación del público”(EA 198, Pág. 20). El espectador transita en forma exhaustiva e incómodo una travesía épica recorriendo un campo abierto y a la vez asfixiante. Los terrenos de Honor de caballería y El cant del ocells no parecen tener tiempo, ni pertenecer a espacio alguno. Señal que son eternos.
*Las frases textuales de Albert Serra se encuentran extraídas de una nota realizada para Cahiers du cinema España, Número 12, Mayo 2008