Lo único rescatable de Amando a Maradona (documental argentino estrenado en 2005) era su irresistible afiche: una formación de Maradonas que posaban para la foto ostentando todos los looks posibles a través de los años adoptados por el Diez. Sin embargo ese póster terminaba resultando engañoso, dado que durante el metraje no habia desarrollo de retrato alguno. Sólo algunas pocas malas anécdotas y secuencias que, con pulso clipero, mostraban la ofrenda de distintos fans.
Emir Kusturica con Papá salió de Viaje de Negocios, Tiempo de Gitanos, Gato Negro/Gato Blanco y Underground filmó varias veces la misma película; aquella en la que ponía en escena su mirada de un realismo mágico y truculento sobre el pequeño universo balcánico. Este derrotero de títulos creó cierto fenómeno que repercutió en una particular fascinación por las bandas de sonido de sus películas. Tiempo después Kusturica se convertiría en guitarrista de la “No Smoking Orchestra” ejecutando gran parte de aquel repertorio.
En 2005 Emir y su grupo llenaron el Luna Park. Esas imágenes (que integran un dvd editado por la banda) son las que dan comienzo a “Maradona by Kusturica” siendo índice de la dudosa pertinencia y coherencia narrativa de lo que vendría luego. Más allá de la mera presencia de Diego, las escenas se suceden huérfanas de un trazo común que las reúna.
En desorientadora sucesión aparecen imágenes de “La noche del Diez”, el tren Anti-Bush a Mar del Plata (con otros integrantes como Evo Morales y Chávez), Maradona repitiendo alguna jugada en Belgrado junto al director y el testimonio de miembros de la Iglesia Maradoniana, sumados a un archivo visto hasta el hartazgo; el gol a los ingleses, jugadas en el Napoli y aquel infaltable registro de un Diego aun niño afirmando que su sueño era llegar a se campeón del mundo.
En algunos casos Kusturica une con imágenes de sus películas la épica auto relatada por Diego durante distintas entrevistas. Este paralelismo resulta forzado y para colmo es subrayado por las metáforas de trazo grueso en off del propio director.
De recursos más cercanos a un show televisivo que al documental, el retrato de Maradona por Kusturica se asemeja a un video de vacaciones, esas ensaladas de imágenes que se sirven para el deguste de los cercanos. Inclusive rebalsa de apariciones de amigos y familiares de ambos. La trascendencia de esas imágenes no supera la de la anécdota.
Todavía recuerdo la presentación en Cannes, con Diego haciendo jueguito con lo que le tirasen. Todavía me acuerdo de Kusturica, cuando hacía algo parecido al cine.